Elecciones PS: nacer y morir siendo socialistas

Las elecciones del Partido Socialista, que se llevarán a cabo el 26 de mayo, son quizás las más importantes de los últimos 10 años. Por una razón muy sencilla. El PS debe transformarse en el principal conglomerado aglutinador de la oposición para hacer frente a una derecha que busca precarizar el empleo, afianzar el rol de las AFP y las isapres y consolidar las millonarias ganancias de los grupos económicos que respaldan su Gobierno.

El PS tiene la misión de ser la voz ciudadana para denunciar los atropellos de una derecha que se coludió en el pasado para obstaculizar los proyectos de la Presidenta Bachelet, y que hoy reclama, sin pudor, porque no se aprueban las ideas de legislar sus iniciativas.

He asumido el desafío de liderar en la región la lista “Resueltos a vencer” para presidir la colectividad. Pese a que en esta campaña he sido objeto de atropellos y eventuales delitos por parte de funcionarios del municipio de Puerto Montt, que pondré en conocimiento de la justicia, nada me amedrentará para denunciar y fiscalizar los actos de cualquier alcaldía, independiente del color político del edil de turno.

En esta elección se unieron para derrotarnos corrientes políticas que dieron sendos espectáculos en campañas pasadas; ex seremis acusados de maltratos que defendí de manera equivocada, y parlamentarios que ven la posibilidad de impedir mi postulación al Senado. Sin embargo, hay algo que no saben. La construcción de una fuerza socialista en la región ha sido una tarea de años, lo que ninguna alianza “espuria” y “oportunista” es capaz de derrotar en cuatro semanas.

Cuando recorro las poblaciones de Puerto Montt aún está latente el trabajo de los socialistas de antaño, quienes lucharon junto al compañero Lucho Espinoza (Q.E.P.D.) y tantos más por una sociedad con mayor justicia social.

La gente me conoce como un socialista de “tomo y lomo”, que digo las cosas por su nombre y que defiendo a los trabajadores sin importar a quien afecte la denuncia. Jamás seré una autoridad que quiera estar bien todos, ni menos aquella que amenaza con irse del partido para construir uno distinto si algo no se hace como lo estimo. Nací socialista, moriré socialista. Esa es la diferencia.

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