Escuela de Frutillar: ¿Y los niños primero?

Una comunidad organizada de profesores, alumnos y asistentes de la educación, respaldada por algunos apoderados, paralizó sus funciones producto de las serias deficiencias que presenta toda la infraestructura de su escuela, la Arturo Alessandri Palma, en Frutillar.

Esta manifestación de la comunidad educativa no es la primera, y seguramente tampoco será la última. Por esto mismo, a principios de abril y en mi rol fiscalizador, oficié a diversos organismos públicos, como la Superintendencia de Servicios Sanitarios, la Superintendencia de Electricidad y Combustibles y el Ministerio de Educación, por la demora de la Resolución Sanitaria (RS) del proyecto de restitución de la escuela.

Pese a que el diseño de reconstrucción del establecimiento fue aprobado en 2016, con una inversión sobre los 6 mil millones de pesos, la nueva administración municipal, encabezada por su alcalde Claus Lindemann, no respondió ninguna de las últimas observaciones de la Seremía de Desarrollo Social para destrabar este proyecto. Al parecer, pesó más una decisión política, para así no cumplir el compromiso del edil anterior, que mejorar las indignas condiciones que día a día deben soportar estudiantes y profesores.

En la actualidad existe un grave riesgo para todos quienes estudian y trabajan en la escuela, por cuanto su infraestructura no da para más. Aquí no se trata sólo de problemas con la calefacción, sino también eléctricos, sanitarios y de higiene. Pese a todos los inconvenientes, el actual alcalde dijo en su momento que este proyecto no era de su prioridad. Y el Gobierno tampoco estuvo dispuesto a financiar la nueva infraestructura. ¿No que los niños estarían primeros en la fila?

Afortunadamente, en los últimos días la seremi de Educación aseguró que el diseño fue reingresado con las respuestas a las observaciones. Sin embargo, nada de aquello servirá si este último paso no se efectúa con la mayor celeridad, porque hoy ya se está afectando el proceso de enseñanza y aprendizaje.

Espero que el Gobierno y el ministerio reaccionen y se den cuenta de que no se puede andar mendigando por la reconstrucción de una escuela pública, que data de 1921, que requiere con urgencia una nueva infraestructura.

 

 

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