No tenemos el mejor sistema de salud del mundo

Esta semana intervine en la Cámara de Diputados para solicitar una exhaustiva investigación al Servicio de Salud del Reloncaví, por la muerte de Francisca Barrientos Cadagán, una hermosa niña de 12 años que dejó de existir en el Hospital Base de Puerto Montt, y cuyo caso remeció al país, pues desde pequeña manifestó su voluntad de ser donante de órganos, lo que su familia cumplió irrestrictamente, pese al dolor y sufrimiento por su partida.

El ministro de Salud, Jaime Mañalich, sostuvo, sin tapujos y en pleno estallido social, que “nuestro sistema de salud es de los mejores del mundo”. Cuánta falta le hace al ministro recorrer las regiones y más aún las zonas aisladas de nuestro país. Francisca fue trasladada desde Chaitén en condiciones deplorables, en una avioneta que no reunía las mínimas condiciones para el traslado de un paciente con eminente riesgo vital.

No sólo las condiciones de la avioneta eran inmundas -según relato de los padres-, sino que no contaba ni con equipos ni elementos básicos de uso médico para un adecuado tratamiento de la emergencia. Sumado a ello, en el hospital de Chaitén, la menor tuvo que esperar largas horas para su traslado, con un diagnóstico inicial por parte del director del recinto absolutamente errado. Además, pese a la gravedad con la que llegó la paciente, el médico se retiró al cambiar su turno sin ningún signo de preocupación. La doctora que lo sucedió tampoco pudo diagnosticar adecuadamente a Francisca, lo que hubiese permitido agilizar el traslado de emergencia.

En lo concreto, la niña tenía un derrame cerebral producto de una malversación arterial venosa. Para su traslado, nunca fue sedada, por lo que convulsionó durante todo el viaje. Sumado a ello, expertos señalan que debió haberse ejecutado dicho traslado en un avión presurizado, como las que cuenta la FACH, según oficio de respuesta a la Cámara de Diputados en meses pasados.

Francisca falleció días después producto de un paro provocado por causas que deben ser investigadas, pero en lo concreto tengo la convicción de que recibió una atención tardía, con una mala evaluación diagnóstica y pésimo tratamiento y transporte, que fueron, desde mi perspectiva, elementos que facilitaron su triste deceso.

Queremos justicia y vamos por ella. Ahí estaremos como siempre acompañando a sus padres Deyanira y Roberto, quienes no descansarán por alcanzarla.

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