Fortalezcamos la fiscalización

La labor fiscalizadora de los parlamentarios constituye una facultad otorgada por la Constitución de la República, la cual es irrenunciable y que debe realizarse sin distingos ideológicos.  Así la he ejercido desde que asumí como diputado, complementariamente a mi reconocido  intenso trabajo en terreno y en defensa de los intereses ciudadanos.

Pero, seamos sinceros. Esta acción fiscalizadora incomoda a más de alguna autoridad, que  no lo comprende, mientras otros son tremendamente  respetuosos del rol que se debe jugar en este ámbito. Valoro, por cierto, a estos últimos, porque aquí debe primar el antiguo dicho de “el que nada hace, nada teme”.

La gente debe saber que  si usted como parlamentario recibe ciudadanamente una denuncia formal –no anónima- que involucre recursos del Estado o acciones de órganos del Estado, está en la obligación ética, moral y legal de entregar los antecedentes a la entidad correspondiente para que se inicie el proceso de investigación.

Sólo en este período de Gobierno han sido 337 los oficios de Fiscalización que he realizado, lo que involucra a los 30 municipios de esta región. Eso es actuar con ecuanimidad y objetividad.

Hoy cuando estamos en una época en que la gente está cada vez más exigente en cuanto a los niveles de probidad y transparencia en la que se deben desempeñar sus autoridades, todos quienes ejercemos funciones públicas, ya sea elegidos a través del voto popular o en cargos de responsabilidad gubernamental, debemos entender y velar por elevar los estándares de exigencia, para que cualquier acto reñido con la legalidad sea condenado desde el punto penal  con la mayor drasticidad posible. La credibilidad de un sistema radica en la existencia  y realidad de los controles a los que se somete el poder. Quien más poder tiene, debe ser el más controlado.

La desafección ciudadana de hoy con la política es justamente por la corrupción. Porque no se ha fiscalizado a tiempo y con criterio. Y seamos claros,  la corrupción amenaza el estado de derecho y la democracia, socava la gobernabilidad y termina dañando al país completo.

No le tengamos temor a la fiscalización. Fortalezcámosla. Como dice el Consejo para la Transparencia, “la rendición de cuentas y el control social fortalecen la democracia”. Creo firmemente en ello.

 

Publicado en Columnas.